[Mitología Egipcia • Creación y Dualidad]

El Ojo Solar: Cuando Ra Lloró y Nació la Humanidad

En el amanecer del tiempo, cuando el cielo aún no conocía la vejez, Ra, el dios del sol y fuente de toda vida, reinaba sobre la tierra y los cielos con su luz eterna. La humanidad, nacida de sus primeras lágrimas, vivía bajo su mirada benevolente, amada como sus propios hijos, nutrida por su calor y su sabiduría.

Pero con el paso de las eras, los hombres comenzaron a olvidar su grandeza. Se rebelaron contra su creador, y el corazón de Ra se encendió con fuego divino. Entonces decidió enviar su Ojo Solar para castigar la ingratitud humana.

El Ojo se separó de su cuerpo, tomando la forma de la diosa Hathor, aunque no como la dulce diosa del amor y la música, sino como Sekhmet, la leona feroz, el aliento ardiente de la destrucción. Descendió sobre la tierra como un sol furioso, desgarrando ciudades y cubriendo las arenas con sangre. Los hombres clamaron de miedo, y la tierra tembló bajo el rugido de su furia.

Cuando Ra vio el caos que su ojo había desatado, su corazón se llenó de pesar. Envió mensajeros para detenerla, pero la furia ya era incontrolable. Entonces el dios ideó un plan: ordenó mezclar cerveza con hematita roja, hasta que el líquido pareciera sangre. Vertieron ríos de esa mezcla frente a Sekhmet. Al verla, creyó que era la sangre de sus víctimas, y bebió hasta saciarse. El sueño la venció, y el fuego se apagó.

Al despertar, la leona se había convertido de nuevo en Hathor, la sonrisa de la vida tras la tormenta. Ra la contempló con ternura, devolviéndola al cielo para ser su luz y su alegría, no su ira.

Desde entonces, los antiguos egipcios decían que la humanidad nació de las lágrimas de Ra — lágrimas de luz, compasión y arrepentimiento divino. Porque el ojo que destruyó fue también el que dio vida, recordando que no hay luz sin fuego, ni creación sin una lágrima.