[Egipto Antiguo • Mitos de la Creación]

La Flor de Loto: El Nacimiento de la Luz desde el Corazón de las Aguas

Antes de que la tierra tuviera un nombre, antes de que se pronunciara la primera palabra del universo, todo estaba sumergido en Nun — el océano eterno, inmóvil y oscuro, esperando el primer aliento de la vida.

Y desde las profundidades de ese mar primordial, brotó la flor de loto — una flor que nadie sembró, intacta por el tiempo, pero que llevaba en su centro el secreto de la creación.

Cuando sus pétalos se abrieron por primera vez, de su corazón emergió el rayo del sol, Ra, que iluminó el vacío y proclamó el nacimiento del mundo.

Desde entonces, la flor de loto se convirtió en símbolo de cada nuevo amanecer, de cada renacer después de la oscuridad, de cada alma que se eleva nuevamente hacia la luz. Porque la flor de loto susurra en silencio:

“La luz no nace de la luz, sino de la oscuridad que anhela verla.”

En los muros de los templos, la flor aparece sosteniendo el disco solar, como si levantara al mundo desde las aguas hacia el cielo. En los rituales sagrados, se colocaba junto al rostro de los faraones para otorgarles vida eterna, pues la flor que nace del abismo jamás muere.

La flor de loto no es solo una planta, es la memoria del origen, la promesa de que la luz siempre regresará, y que del silencio más profundo puede nacer, una vez más, la vida.