El Viaje del Sol: La Barca de Ra en el Día y la Noche

[Antiguo Egipto • Mitos]

El Viaje del Sol: La Barca de Ra en el Día y la Noche

Antes de que el mundo despierte, cuando el Nilo aún duerme en penumbra, Ra asciende a su barca dorada. Desde la puerta del este, la embarcación se eleva como un presagio de vida, acompañada por dioses protectores. Cada amanecer es un nacimiento: la luz vuelve a desplegarse sobre el mundo, y la tierra entera parece contener el aliento mientras el primer rayo toca el río.

Ra atraviesa el cielo como un rey en procesión sagrada. Las flores se abren, los pájaros cantan, las arenas relucen como si el oro las hubiera bendecido. Hora tras hora, el disco solar asciende y su resplandor declara el triunfo del orden sobre el caos, del ser sobre la nada. Es un desfile cósmico que asegura que la Maat, el equilibrio universal, sigue reinando.

Pero el viaje no es eterno. Al caer la tarde, la barca desciende hacia el oeste y penetra en el Duat, el reino de la noche. Allí, Ra enfrenta su mayor peligro: la serpiente Apofis, fuerza del caos que intenta devorar la luz. En la oscuridad se libra una batalla feroz. Los dioses acompañantes atacan con lanzas y hechizos, perforando al monstruo para que el amanecer pueda llegar.

Cada victoria es temporal, pues la amenaza renace con cada noche. Sin embargo, este ciclo es sagrado: la lucha asegura que el sol vuelva a surgir, que la vida continúe. Cada amanecer es la prueba de que el mundo ha sobrevivido a la oscuridad y de que el orden cósmico ha sido restaurado.

Hoy, al observar el amanecer en Luxor o los relieves de barcas solares en tumbas reales, uno siente esa travesía eterna. Egipto nos recuerda que el sol no solo brilla: combate por nosotros, y su luz es el resultado de una victoria ganada cada noche.

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